"No se puede esperar que el
hombre cambie tras unos pocos meses de revolución. La materia con la que
trabaja el revolucionario es la que es, y el hombre se ha formado, desde niño,
en la mentira, en el egoísmo, en el miedo, en el ansia de acumular bienes.
Pero, incluso en el poco tiempo y espacio que ha ocupado la Revolución, yo he
visto los fulgores del Hombre Nuevo, un hombre mejor. Siempre habrá
desigualdades, sí, no se trata de igualar por abajo, pero yo le digo, le
aseguro, que en una sociedad socialista, desaparece el afán de acumular, carece
de sentido el ahorro y el hombre queda liberado del consumo. Es entonces,
precisamente, cuando el hombre comienza a olvidarse de lo material (que tiene
asegurado) y a preocuparse por lo espiritual".